Hay ocasiones en los que envidiamos a los perros, porque ellos sienten dolor y mueren, pero no parece que hagan de eso un "problema". Da la impresión de que sus vidas tienen muy pocas complicaciones. Comen cuando tienen hambre, duermen cuando están cansados, juegan cuando les apetece, y el instinto más que la quietud, parece gobernar sus escasos preparativos para el futuro. Por lo que podemos obserbar, cada perro esta tan ocupado con lo que hace en el momento presente , que no se le ocurre preguntarse si la vida tiene un sentido, un pasado o un futuro. Para el animal, la felicidad consiste en vivir la vida en el presente inmediato, no en la seguridad de que tiene toda una vida por delante llena de deleites y en la confianza de la experiencia.
Esto no se debe a que el perro sea relativamente insensible. Frecuentemente su visión y sus sentidos del oído y del olfato son mucho mas águdos que los nuestros, y es difícil dudar de que disfruta inmensamente de su comida, del trabajo, del juego y del sueño. Pero a pesar de su agudeza sensorial, tiene un cerebro algo insensible. Está más especializado que el nuestro, por lo que el perro es una criatura de hábitos; es incapaz de razonar y hacer abstracciones, y tiene unos poderes de memoria y predicción algo limitados.
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